David Prudhomme consigue con un estilo muy expresivo y personal recrear en esta obra el ambiente de los suburbios atenienses y las tabernas de rebétiko, antes de que este estilo musical se popularizara, entrara en el mercado de las discográficas y perdiera parte de su autenticidad. En ocasiones sus viñetas recuerdan los dibujos que hiciera en su día Toulouse-Lautrec de los músicos, bailarinas y clientes en los cafés y cabarés de París.