Un hombre solo en una montaña basta para contar una buena historia. Un hombre solo ya es una historia. Nuestro hombre transcurre para dejarse transformar y ver la transformación. Queda exhausto de mirarse al espejo. Busca un espacio para estar a salvo de los demás, se encierra en la soledad como con llave, y allí descubre que él mismo no es más que el escenario en el que los personajes de los que está hecho se despliegan. No hay mundo más que dentro. Lo dijo Rilke y Birabent lo cuenta
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