En este ensayo de entradas múltiples, que pasa por instalaciones artísticas, revueltas políticas, diseño de moda, arquitectura, danza, autismo, patrones climáticos, y hasta una estación de tren en hora pico, la filósofa y artista Erin Manning busca desarmar las formas establecidas de percepción y pensamiento para cultivar el valor experimental y creativo de lo incipiente, lo esbozado, lo precario, lo que está en proceso y solo existe relacionalmente. El gesto menor es el nombre de esa incipiencia precaria que produce una variación, una diferencia, un giro en la experiencia. Está entonces en todas partes, todo el tiempo.
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