Las ventanas mentales que se nos abren cada día cuando nos solicitan explicar nuestro género, las que se cierran en nuestro corazón de telaraña por el rechazo al deber de dar explicaciones sobre qué somos podrían ser más de noventa, como la cantidad de poemas de este libro, o tal vez infinitas y encumbradas, como lo es la poesía liberada en Click. No llevamos a cuesta nuestro género: nuestro género nos conduce a espacios antes no habitados. En el acto de ocupar un lugar, V. V. Fisher pone otro pie/ sin asco/ donde se pueda/ pisar. Sus letras abren ventanas, su voz avanza decidida: si no alcanzan/ las palabras del yo/ braman. Un yo nómad*, empecinad* y mamarracho, embiste contra bajos golpes, corre como flecha/ sin punta pero ante/ la duda siempre/ con dirección. Su yo desembocad* y sin emboce teje en la pausa los hilos de araña con que devora el cisexismo. I Acevedo
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