Un espíritu modesto simula un plano secuencia en un tiempo breve pero movilizador de la relación entre dos mujeres. Laura, de mediana edad, y Vilma, su madre, una mujer con achaques y mañas pero con cierto disfrute por el presente. Ambas han vivido en una casona de pueblo y deben mudarse a la ciudad donde la casa se convierte en dos departamentos. Se las ve moverse por los nuevos hogares, redescubrirse en la soledad y en una libertad que no sabían que deseaban. Laura se aferra a uno de los privilegios de la ciudad, el anonimato, y deambula entregada a su sentir; atenta a cada espacio de goce, encuentra en la Iglesia un inesperado erotismo. Vilma se regocija en un tiempo propio, sin prisas, sin miradas acusatorias, sin horarios de almuerzo